miércoles, 26 de diciembre de 2007

Caricia

Victima de su propio ser, procura mantener su vicio a cambio de novecientos pesos, que podrán fin a su pesadilla. Cree que la vida de una persona se cotiza por unos cuantos pesos, traicionado por su propia mentira padece de la tortura de los sin sueños.

Angustiado, púes su compañera no acepta su aberrante propuesta, quiere liberarse de su realidad. Casi acabado trata de salir a flote mediante el placer de la carne, encuentra en su satisfacción sexual el olvido del ser que crece en el vientre de esa mujer especial que supo entregarle su amor. Confundido por su propio engaño, vulnerable a todo, sigue matándose lentamente sin tener valor de terminar de una vez con su sufrimiento. Un hombre alienado, corrompido por el deseo, termina llorando en silencio la pérdida de sus valores. Viril frente a tantas mujeres que pasaron por su cama, no puede enfrentar lo que su suerte le presenta y se abandona al alcohol. Bebe pidiendo que cada trago que acerca a su boca lo libre de sus fracasos, cuanto más bebe mas lejos está de su deseo.
Entre las luces del bar que frecuenta sus ojos chispean y mueren, con balbuceos sin coordinación intenta llevarse a su casa alguna amante de turno. Nadie quiere ser participe de los lamentos de su almohada, hoy como tantas veces tendrá que lidiar solo con las paredes de su habitación. En su inconsciencia este hombre veía en un hijo la esperanza de no equivocarse más, en él se proyectaba el cambio, pero en cuestión de segundo todo se esfuma.
Mientras su cabeza no es hace mas que darle azotes, por momentos duda y se niega a pagar tal precio, pero tiene presente que no puede arrastrar a un niño a un futuro incierto. Como tampoco puede perder su juventud, es un hombre joven y no puede privarse de satisfacer sus necesidades. Sabe que nunca le dará a su futura familia la vida que merece. Mientras busca salir de si mismo su compañera tomó una decisión.
Entre un debate de moralidad y necesidad, discutió un bueno tiempo que dirección debía tomar su vida. Sabe que la herida que provoca este hombre en ella cada vez se hace más grande, pero aún con todo el dolor que sienta se resiste a la idea de aceptar lo que tiene enfrente. Se ha enamorado de un egoísta, quien no duda en poner su vida en riego con tal de no perder su libertad. Casi desilusionada, piensa en su amor propio y determina su decisión. Sabe que tiene que ser practica y comunicarle inmediatamente lo que después de tanto razonar, considera que es lo mejor. Va en busca de su salvador a comunicárselo. Durante el viaje a la casa de éste recuerda cada momento compartido y se convence de que lo esta por hacer es apenas una caricia a tantos arañazos de él.
Acostado en su cama oye el timbre, no quiere levantarse pero es tan insistente el llamado que debe hacerlo. Abre la puerta y se sorprende. Hace intentos por cerrarla pero su compañera le confirma que lo sugerido es la mejor solución. Sin palabras se dirige a su dormitorio a buscar el vil metal, que pondrá fin a todo este asunto. Cierra los ojos y pone en manos de su amada el dinero, ella lo recibe con lágrimas. Él vuelve a su vicio y se olvida que dentro de horas se terminará su mal.
Recibida la plata ella se marcha y mientras se seca las lágrimas, sonríe, piensa en que puede gastar el regalo, que un buen hombre le concedió. Se siente tranquila por no cargar con la pena de un aborto y se sorprende de sí misma, ha sido un gran aprendiz del arte de la mentira.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Belleza implícita





Su suerte fue nacer en Gónzalez Catán, ahí en el límite de la indigencia y la pobreza. Creció añorando lo que no tendrá, lo que no va a ser, pero igual sigue luchando por lo que puede conseguir. No tiene más educación que la pudieron darle la ignorancia de sus padres, la de las escuelas públicas a las que asistió, la de los cursos gratuitos que hizo, la que aprendió en cada trabajo a donde estuvo y la que la gente que conoce le brinda.
Ahora está en la sala de espera de aquella enorme oficina, aguardando saber si el puesto de trabajo será para ella. La cuestión está difícil, son dos las candidatas. Ambas tienen distintas capacidades, distintas realidades. Su currículum vitae esta completo, es altamente competitivo y tiene la gracia de querer progresar, por el otro lado solo tenemos el simple encanto de la belleza con sus beneficios. Así es, la otra postulante posee unos ojos verdes que enamoran, una piel de terciopelo blanco, un lacio cabello dorado, hasta tiene una apellido oriundo de alguna parte de Europa y goza de una hermosura, digna de ser publicada en cualquier comercial de tv. Mientras ella porta ojos marrones, que no hacen más que transmitir la oscuridad que otorga el cansancio, quienes son acompañados por su morena piel. Es hija de la cruza de una nativa del Norte argentino y de un mestizo de la Mesopotamia, de pelo negro, como todos al verla dicen tiene el alma. Su rostro es gran representante de sacrificio y lucha. Es la otra cara de la moneda, que tiene la pretensión de no caer más de faz al piso.
Llega el momento del gran anuncio, ya saben, el puesto no es para esta última. Sale del edificio, con su belleza implícita, y transita los caminos a la que la discriminación la lleva. Con la impotencia atravesada en la garganta y con el lagrimón en el punto de largada, se sienta en un cantero de la plaza por unos minutos. Intenta serenarse un poco, ya conoce como es esto, ya lo había sentido antes. Toma su carpeta se levanta y camina con la frente bien alta, tiene la esperanza y tal vez la seguridad de encontrarse con gente que no piense solo con los ojos.


viernes, 14 de diciembre de 2007

Cortitas y al Pie (Comensal)


Los cubiertos están preparados, las velas y los pétalos de rosas adornan el fino género que recubre la superficie acolchonada. Todo permanece en armonía, en pleno romanticismo. La pasividad del momento concluye, cuando mi incontrolable vozarrón aclama a gritos el menú. Con una servilleta como babero, ansío que llegue el primer plato, ése, el que se hace esperar…
Tomo una copa con vino e intento serenar a mi estómago hambriento, sin embargo apenas consigo engañarlo. Retiro la mirada del candelabro y a lo lejos lo veo…
Se encuentra envuelto en especias afrodisíacas, es ese aroma y esas texturas, las que logran empapar a mi boca de saliva. Deseosa de comerlo mis labios empiezan a frotarse entre sí, entonces cuando tengo el privilegio de probarlo, mi boca degusta lentamente cada trozo de su cuerpo, es un deleite, mi paladar se siente mimado. Terminado el banquete, tomo una copa y bebo su ser a sorbos cortos, intentando sosegar mi pasión.
Guardo reposo por un tiempo, luego vendrá el postre…

viernes, 7 de diciembre de 2007

Encuentro


Paula marcha temerosa, es la primera vez que viaja a Lanús. No conoce nada, lleva consigo las instrucciones de donde bajarse, que colectivo tomar y la dirección de destino. Tiene que encontrarse con su amigo, Víctor. Hace bastante tiempo que no se ven y hoy era la oportunidad.Pasea por las calles y nota que es la única transeúnte, la zona esta desierta, envuelta en un aire funesto. El canto de pájaros y el aroma a primavera la reavivan. Con vehemencia busca hallar la dirección dada, no quiere permanecer ni un segundo sola, pues siente observada. La piel se le eriza, allí no hay nadie. Divisa un hombre a lo lejos, la calma le vuelve, se acerca para preguntarle la ruta que debe tomar. Éste le sugiere que camine dos cuadras hacia adelante y en cuanto se tope con la rotonda, gire a su izquierda y camine unos pasos. Con serenidad hace caso. A metros de llegar se sorprende, la arquitectura de las casitas la desconcierta, son bloques de concreto uno casi pegado al otro. Carentes de gracia esos muros grises la deprimen, al igual que el abandono que algunas poseen. La señalización le confirma que tomó el camino correcto. Su amigo la esperaría en la puerta de su casa, pero no lo ve. Piensa que le está jugando una broma, que no quiere que lo encuentre, igual continúa buscando.Recorre los senderos de cemento y mira puerta por puerta la numeración, lo hace con cierta cautela lo inhóspito del lugar la intima. Los pensamientos la transportan al futuro, a un destino del que nadie escapa. Olvida sus ideas y vuelve a la búsqueda. Sube al primer piso del monobloc, la escalera culmina en dos corredores, deberá elegir entre uno de ellos. El menos iluminado la invita a recorrerlo y ella acepta, el eco de sus pasos le achican el alma, el aire que respira es raro, abrumada por tantas emociones que experimenta no se da cuenta que está frente a la morada de Víctor. Lo mira, suspira y comienza a hablarle, se disculpa por no haber venido antes, se lamenta, se reprocha. No paraba de hablarle, él dejaba que se desahogue, la oía. Luego de un tiempo Paula se queda sin palabras, concluyó su descarga, ya no hay nada que decir. Con lágrimas abandona a su amigo, pero antes de hacerlo acomoda de manera prolija las flores que adornan su nicho.