jueves, 23 de octubre de 2008

El trío


Se sacaban los ojos, se escupían sus venenos sin lograr lastimarse aun. Estaba revolviendo todos los cajones, sacando su ropa. Se iba a marchar, se había cansado de vivir una historia de tres.
La mirada taciturna de su esposo, no la convencía. Él se acercó para abrazarla, pero era tanta la repugnancia que sentía que por el mismo, que de un cachetazo lo ahuyentó. Caliente por el golpe, el hombre la tomó de los brazos y la sacudió con fuerza, para luego tirarla a la cama. Se lanzo sobre ella y comenzó a besarla, los besos calientes y las caricias sobre su sexo, lograron retenerla con audacia. Para luego terminar haciéndose el amor como animales.
Culminado el acto, la dama decide salir del reposo para comenzar a reprochar de nuevo, él intenta serenarla, y a cambio consigue que se ofusque más y comience a destrozar todo lo que en esa habitación había. Completamente enloquecida comenzó a arrojar los cajones contra las paredes, furiosa golpeaba y gritaba a su marido. Cuando el teléfono comenzó a sonar…
Todo el cuarto se enmudeció, el silencio era acreedor de esos minutos. La dama temblando se acercaba lentamente hasta el aparato sonoro, tenía miedo, le dolía comprobar una vez más, que era insignificante en la vida de éste. Él miraba con resignación hacia el piso, no podía detenerla, no tenía el valor.
La mujer atiende el llamado con sollozos. Del otro lado del auricular se oía, una voz femenina, que decía de modo imperativo: -Hijo. ¿Ya dejaste a esa mujer?-




No puedo dejarla. Hace 26 años que me persigue, tengo una relación tan ambigua con ella que todavía no logro comprender. No sé si es su carácter, si es porque a veces me resulta intangible o por la palpable que es, no comprendo…
Me hace cambiar el camino, me doblega con su personalidad, pero ya no importa…
Un año más que tengo que lidiar con ella, Elipse, ganaste de nuevo… ¡FELIZ CUMPLEAÑOS!! De mí, que también sos vos…

sábado, 4 de octubre de 2008

Orden


[…] saber que se encuentra sin prenda la excita, pero termina de seducirla el cinturón que tiene en la mano y el poder que Ernesto quiera darle.

[…] le acerca el cuerpo, ya frente a ella, pasa el cinturón por detrás del cuello. Lo ajusta hasta que la cara de Laura esté muy cerca de pubis. Su lengua recorre la zona, lubrica su sexo, los vellos que revisten su piel canela terminan metiéndose en la boca.

[…] la mira estricto. Con una chispa de complicidad, sus intensiones pueden leerse en sus ojos. Ella no levanta la mirada, se divierte bajo el juego pérfido de la sumisión.

[…] el silencio del hombre la confunde, saber que tiene que esmerarse, hasta lograr que dé un indicio de goce.

[…] sus piernas tiemblan, los gemidos que termina de escuchar la satisfacen. En su boca la esencia misma del placer, recorre su garganta, quemándola.
Ernesto desajusta la correa. Laura descansa de rodillas, aguardando nueva orden…