martes, 25 de noviembre de 2008

Cafiolo


¡Milonguero, mujeriego, malandrín y mangueador!
¿Dónde quedaron los sueños;
de tus tiempos de candor?
Te quedaste en la ruina,
amante fiel del oro.
Tu presente vaticina,
un futuro sin decoro.
No existen llantos,
ni imploro.
Que puedan vencer tu racha.
Se te fueron las muchachas,
que taquean por la noche.
No hay levante,
sin el coche,
sólo labia y caminata.
¡Maldita avaricia innata!
Que te apartó de mí.
Sigue mi cuarto febril,
por tremendo metejón.
He de guardarte,
en un cajón y matar ese recuerdo.
Ya ni pensamientos cuerdos,
tiene mi chaveta piantada.
Te sigo junando encantada,
anhelando tu regreso.
Volverás,
muñeco viejo,
con unas monedas pintadas.
Permitime este consejo:
tendrás que perder las mañas,
de andar por los arrabales,
prodigando tus infamias
y achurando corazones.
¡Milonguero, mujeriego, malandrín y manguedor!
Aquí te espero en mi catre,
no te han de querer más que yo.

jueves, 13 de noviembre de 2008

Contrapunto


Tengo frío.
Dame tu pellejo, que me cubro.
Deseo tener la luna colgada en mi techo.
Ve por ella y tráemela, antes de que se apague.
Bríndate incondicionalmente y no esperes nada…
Eso es el amor.
¿Por qué me miras así?
Tú dices amarme.
¿Qué no entiendes?
El único amor que conozco, es el propio.

Tengo mis manos.
Tómenlas y con ellas acaricien su ser.
Deseo la felicidad.
Vengan conmigo, que puedo ayudarlos a conseguirla.
Me brindaré incondicionalmente y no esperare nada…
Eso es el amor.
¿Por qué me miras así?
¿Qué no entiendes?
Mi corazón tiene la misma apertura, que mis piernas.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Trampas

El color café de sus labios me seduce. Al contemplarlos, pienso en su boca, como una entrada a un túnel oscuro y sin fin. Deseo meterme, perderme, empaparme en la sensibilidad y delicadeza que envuelven esos tejidos. Cuando me animo a hacerlo, temo que su boca se cierre como una trampa para osos y su dentadura me desgarre en trozos. Doy un paso atrás…
Vuelvo a mirarla, a inspeccionar bien. La carnosidad de sus labios húmedos me invita, sólo que la fragancia que los perfuma, termina de provocarme…
Ver sus ojos cerrados y sentir la suavidad con que acaricia mi cabello, me animan. Sé que debo ir tranquilo…en su boca no hay dientes.