No intentes conformarme con la mediocridad de tu sexo, busco la complacencia que mi cuerpo demanda. Te paso la posta, me quiero subordinada al placer. Ser tu objeto de goce, masa moldeable de tus fantasías y la pronta ejecución de tus deseos…
¡Soy yo! No te extrañes. Me cansé de la fragilidad de tus caricias, castígame duramente y hazme entender que en este ring todo vale. Si, esta es una pelea: la tuya para cumplirme y la mía para sacar esa hembra ávida de vos.
¡Anímate! Toma mi pelo y como una rienda tira de éste, para que mi galope sea el que tu ritmo pretende, aprieta mi piel furiosa, marcáme, observa mis senos; quienes se calcinan deseosos de que tus labios terminen con su hoguera. Disfruta de mi boca, arma perversa que saborea de la exquisitez de tus gustos. Lidia con mi calor, empecináte en ganar la batalla. Escucha mis voz extasiada, no me pidas que calle, nada voy a contener en el silencio. Sométeme a bruscos movimientos, lastima mis oídos con palabras ordinarias, domestícame, provócame, enloquéceme y acércame cada vez más, al vicio del amor.
Ya deja de mirarme extraño, sorprendido, entrégate a esta pasión desenfrenada. Compréndeme, la rutina me seca, me mata la libido. Me cansé de hablar del perfume de las rosas, hoy sólo quiero apretar sus espinas.
A vos te digo: - Colguemos las pieles de corderos, seamos lobos…-
¡Soy yo! No te extrañes. Me cansé de la fragilidad de tus caricias, castígame duramente y hazme entender que en este ring todo vale. Si, esta es una pelea: la tuya para cumplirme y la mía para sacar esa hembra ávida de vos.
¡Anímate! Toma mi pelo y como una rienda tira de éste, para que mi galope sea el que tu ritmo pretende, aprieta mi piel furiosa, marcáme, observa mis senos; quienes se calcinan deseosos de que tus labios terminen con su hoguera. Disfruta de mi boca, arma perversa que saborea de la exquisitez de tus gustos. Lidia con mi calor, empecináte en ganar la batalla. Escucha mis voz extasiada, no me pidas que calle, nada voy a contener en el silencio. Sométeme a bruscos movimientos, lastima mis oídos con palabras ordinarias, domestícame, provócame, enloquéceme y acércame cada vez más, al vicio del amor.
Ya deja de mirarme extraño, sorprendido, entrégate a esta pasión desenfrenada. Compréndeme, la rutina me seca, me mata la libido. Me cansé de hablar del perfume de las rosas, hoy sólo quiero apretar sus espinas.
A vos te digo: - Colguemos las pieles de corderos, seamos lobos…-