viernes, 10 de noviembre de 2006

Generosidad cara

El edificio estaba conmocionado, la muerte del abuelo Rolando los dejó boquiabiertos a todos.
Desde hace veinte años, algunas familias que vivían a orillas de las vías del ferrocarril General Belgrano decidieron conjuntamente tomar un edificio en el barrio de Constitución. Una construcción abandonada iba a cobijar a más de treinta familias. Tanto hombres como mujeres una noche de abril reventaron las puertas deterioradas de ésta y vencieron las fuerzas policiales que se hicieron presente, ante las quejas de los vecinos. Todo un pueblo pedía lo indispensable: un techo. Frente a la presencia de criaturas la policía no pudo hacer nada, esa noche muchos iban a empezar a soñar en la calidez de un hogar propio.
Rolando fue el precursor de la iniciativa, el se encargo de averiguar las posibilidades de éxito que tendrían al realizar la toma, visito casa por casa en el viejo asentamiento y convenció a las familias a dar el gran golpe. Todos aceptaron. Desde que vivía allí el abuelo era muy querido, un hombre hacendoso que siempre preocupaba ayudar aquel que mas necesitaba. Trabajaba en la estación de vendedor ambulante por la mañana y por la tarde hacía trabajo social, preparaba el mate cocido para los chicos del barrio y pedía colaboraciones en las panaderías y restaurantes. De las sobras de otros, él daba de comer. Una vez mudado su labor seguía, pero ahora con la comodidad de tener paredes contenedoras de los fríos.
El edificio superpoblado albergaba: familias indigentes, drogas, alcohol, violencia y delincuencia eran la fachada que representaba aquel lugar. Niños inhalando poxirrán, jugando, viviendo de la venta ambulante o del robo, se hacían presente en la entrada del edificio o en cada descanso que las anchas escaleras les permitían estar. Mujeres golpeadas, embarazadas, distintas del hombre solo por sus senos aparecían en cada escándalo que por la noche se suscitaba. La miseria social estaba contenida en varias cajas superpuestas.
Cuando el abuelo regresaba de su trabajo y veía a cualquier niño perdido por el alcohol o la droga, el se las ingeniaba para llevarlos a su casa. Allí los protegía, los alimentaba, los bañaba y los aconsejaba. Era miércoles, desde el lunes que no se veía a Rolando regresar del trabajo. Algunos de sus amiguitos fueron a visitarlo a la estación, pero no estaba, preocupados golpearon las puertas de su departamento y no obtuvieron respuesta. Tenía sesenta y cuatro años, y la gente que lo conocía ignoraba alguna enfermedad que padezca. Se lo veía siempre bien y pensar en su fallecimiento era terrible. Uno de sus vecinos viendo que no aparecían novedades con la ayuda de una barreta abrió su puerta, se dirigió camino al dormitorio y no lo halló. Le quedaba inspeccionar el baño y allí lo encuentra, tirado en la bañera cubierto con una manta de lana. Su ojos abiertos reflejaban el miedo que debió haber sentido, su cuerpo rígido y frío ponían punto final a los cuentos de media tarde. Cuando levanta la manta se asombra al ver las heridas de cuchillo que éste tenía, cinco puñaladas. Existía un culpable, pero ningún sospechoso. Todos empezaron a armar conjeturas sobre el crimen.
El viejo recibía en su casa a jóvenes y niños de toda condición, delincuentes, adictos, vagabundos, etc. Cualquiera de estos podría querer robarle o simplemente descargar su bronca. La policía se presentó ante el cuerpo y trató de hallar algún familiar, no los tenía. En un pequeño salón que había en la planta baja del edificio lo velaron sus vecinos. Todos esperaban que se acerquen muchas personas a las que él ayudo, niños , jóvenes se hicieron ausentes. Alrededor de diez personas vinieron a despedirlo. Un hombre que durante todas sus tardes estaba rodeado de la vida, hoy se hallaba solo con su muerte. Nadie acudió al Cementerio Flores, cavaron la fosa y tiraron el cajón como si fuese un piedra.
El abuelo Rolando se iba … pero se llevaba consigo la inocencia de muchos niños, su generosidad se basaba en el placer que estos pobres diablos le dieron.

3 comentarios:

Sergio XP dijo...

ok. este cuento me gusto mas... aunqke algunas aclaraciones estan demas. pero en general me dejo pensando mucho. no se siera tu objetivo pero a mi me paso eso. :->
no tengo nada que criticarle...,
muchos besos.!!

Anónimo dijo...

En lo personal coincido con que te deja pensando. Es cierto, terminás pensando en la ingratitud de la gente y en "los negros de mierda". Muy bueno, y no creo que tenga aclaraciones de más. Igual no me gustan los finales tristes. Pero eso es un tema mío!!!!...jajajaj, es muy bueno.
Cuento GROSSO Nº2.

Adrián.

Anónimo dijo...

Despues de leer esto voy a empezar a dudar de tu generosidad, que queres de mi?mi cuerpo, nooooo! Hasta aca llegue hoy, prometo seguir leyendo, segui adelante primis vas bien!