domingo, 28 de diciembre de 2008

Vísperas


De su aliento sale, la embriaguez de su dolor. Ha intentado quemar con el alcohol, penas de ilusiones fracasadas. Permanece sentado con su amante compañera, frágil cristal, que vierte en su boca, delirios y encantos de austeros impulsos.
En cada trago subyace el aparente alivio, la copa que sostiene su mano es más fuerte que sus huesos. Marca el reloj las doce horas. Otro año nuevo que le arrebata, lágrimas de olvido, que marcan surcos, sobre el retrato de Tita.
¡Pobre Eliseo! Iluso borracho, que busca encontrar, una realidad menos cruel, bajo el embrujo de la uva.